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7/10/13

Chaouen, la joyita azul

Por supuesto, las motos amanecieron donde las habíamos resguardado, a la entrada de la pastelería del hotel. Genial desayuno completo y a rodar!!!  Adiós, Alhucemas!

La etapa de hoy hasta Chaouen tampoco es muy larga, aún cuando en lugar de ir directos, realizamos un bucle por la cordillera del Rif paralela a la costa para disfrutar de un poco de altura entre tanto horizonte marino.

Hay que destacar la versatilidad de las riñoneras que ha aportado nuestro patrocinador Metzeler, cada uno de nosotros le ha dado un uso diferente: herramientas, botiquín, bolso, neceser...- pienso para mis adentros mientras recorremos el Rif tierra adentro. Julián me va contando la historia reciente de esta región. (en este video la cuenta Imanol Arias)

Las montañas están a pie de mar en toda esta costa, se ascienden más de 800mts. en apenas 20 km. Ahora mar...

...ahora montaña,

Semovientes, mucho mejores que nuestras motos para algunos terrenos.
Pero nada más rápido por aquí que el típico taxi Mercedes 300D



Con lago, cerca de Targuist!

Una, que es urbanita de corazón tierno:

Cuando Dios pidió a Abraham que sacrificara a su hijo y detuvo su cuchillo en el último momento, el padre mató a un cordero en agradecimiento. Cada año, los musulmanes lo imitan en conmemoración. Lo llaman Grid o la fiesta del cordero, pero los que lo pasan bien no son ellos.

Nuestras vacaciones aquí en esta ocasión están marcadas por esa fiesta, que se celebra dentro de tres días, sus preparativos y el trasiego. La gente se reúne con sus familias y llevan dulces y regalos, sobre todo para los más pequeños.

Sombrerito típico de faena.

Hacemos un quiebro hacia la costa que nos llevará a El Jehba.
 

Cuando se viaja en grupo y hay que mantener las distancias, hago las rectas leeeentas y las curvas rápidas, aprovechando el magnífico asfalto (una vez pasada la primera parte con baches), parece fieltro!

En el camino hacia El Jehba desde el interior - donde comenzó nuestro romance - la carretera es una de esas "a la marrocana", tan parecidas al asfalto de Aragón, territorio trail, si bien los últimos kilómetros están ya asfaltados y el final es mejor que un circuito, con "sacacorchos" y todo.

Para comer, pescado de la zona, ahora lo congelan por lo del anisakis ese, hace unos años lo comimos fresco aquí mismo y entonces ya habría bichos, digo yo. Un cartel en la pared indica el teléfono del médico por si notas síntomas extraños. En serio.


Después de comer, seguimos por la costa, entre la montaña y el mar.

En una de estas paradas intentando compartir un truquito que me habían chivado para bajar la moto por una cuesta que se te apodera, surge la famosa Técnica de la bici -> apagas la moto, metes segunda y usas la marcha como freno, además del freno. Juas, espero que no la tengan que usar, porque creo no me he explicado!

No tan exagerado como en Camboya o Malasia, la ocupación de los vehículos supera con creces la que viene marcada en los papeles de la moto. Lo del casco... bueno, pues igualito que en España cuando yo me saqué el carnet!

Abandonamos la costa en la desembocadura del río Laou, y seguimos su verde valle hacia el interior.




Parada al final del desfiladero, en Rueda, un sitio excelente para escaladores y de donde salen unas pistas que apuntamos para la siguiente.

Asistencia! Asistencia! A morabito le ha picado un bicho!

Unos kilómetros más y llegamos a nuestro destino. La entrada a las ciudades siempre es un poco caótica, tanto más si el suelo está inclinado a más de 30º, bacheado y con las típicas irrupciones de gente, perros, burritos y demás.

Las afueras de Chauen también han cambiado un montón desde la última vez, y después de buscar gasolina infructuosamente e intentar orientarnos con la ciudad a nuestros pies,  nos instalamos en todo lo alto de la medina, justo al lado de la puerta de entrada del mercado.

Damos con un hotelillo antiguo bastante coqueto, descargamos paquetes y nos adentramos en la medina "la nuit".

En la plaza de Chaouen, "el General y su compañía" hacen que se desaloje de la mesa a una parejita (lo siento, chicos). Hay cerveza, nos dice el camarero repitiendo "Hola, hola caracola" y toda una sarta de sinsentidos, pero es cara, añade. El trámite para comprarla se parece asombrosamente al de adquirir hachís. 

Después son amenizados por un violinista al que pagamos hasta que se fue, pero no muy convencido y en parte azuzado por nuestro avispado camarero.

Paseíto para admirar contrastes, colores, aromas, texturas.

Es en este rato cuando me entero (!) de que el cuscus no es pasta como la sémola, tampoco es una semilla, ni un tubérculo ni fruto, y que además se sirve siempre, siempre, siempre con caldo (eing??)



Después de mucho caminar, noche propia de otras mil. Y visto de noche, visto de día.


Dedicamos la mañana a apreciar la medina iluminada por el sol.

Mucho mejor que en época alta de vacaciones, más tranquila, podemos pasearnos sosegados. Cada rincón esconde una foto.




Se va entendiendo el título del post?

Infinidad de gatos.












Lavadora de a tanto la hora.

Bueno, con éste tuve un pequeño rifirrafe. Se acabó la mujer amable, que me he vuelto talibana! Ya está bien de pedir sin dar nada a cambio, que lo pone en un cartel bien grande a la entrada de la ciudad.

Cada paso en estas calles merece ser guardado en la memoria - de la cámara, pero para muestra bien vale un botón, y ya nos hemos hecho una idea, no?

Último adiós desde la misma posición donde ayer dijimos hola...

...nos vamos por donde hemos venido y a media mañana tomamos rumbo hacia Fez.


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